Para la sociedad, y sus distintas instituciones, los-as jóvenes no tenemos un significado propio o bien no representamos una oportunidad de rehacer el tejido social de la convivencia, considerandonos al contrario como una amenaza que hay que neutralizar o estirpar, despreciando y negando el valor que los y las jóvenes tenemos como personas o sujetos de derechos. Más que un listado de derechos, pactos o declaraciones los y las jóvenes necesitamos que se acepte que somos de carne y hueso, que nos reconozcan con todas nuestras necesidades, afugias, contextos, problemáticas , interéses, formas de sentir, pensamientos, sueños, temores, etc, ya que interacutamos con ellos todos los días.
El ser joven y las distintas formas de serlo, en lugar de constituirse en oportunidades de encuentro para el conocimiento, el esparcimiento , la construccion, la formacion cuidadana y democrática, termina convertido en un obstáculo mayor, olvidandose de que no es en contra de los-as jóvenes y nuestras partículares formas de ser y estar en el mundo como debe formarse a las presentes generaciones, sino con nuestro reconocimiento y pleno respeto a nuestra personalidad.
Considero que apartir de este reconocimiento que nos es merecido, la sociedad podría sus ojos en el futuro de los-as jovenes, bien es dicho que en nosotros-as se germina el futuro, pero esa es solo un idea hueca, no hay ningún tipo de apoyo por parte de la sociedad, empezando por la familia que implanta límites en el desarrollo de la personalidad siguiendo con las institucionese educativas que restringen nustras oportunidades de desarrollo a unos pocos-as.
los-as jóvenes tenemos derecho a ser considerados como un grupo específico dentro de la sociedad, con nuestros valores propios y un papel dentro de ella.
Dolly Naranjo.
